NADA ES IMPOSIBLE PARA DIOS



"...porque no hay nada imposible para Dios." Esa fue la frase final, la definitiva, la que cerró la respuesta explicativa que dio el Arcángel Gabriel a la joven doncella María, cuando preguntó cómo ocurriría su embarazo sin haber conocido varón, según nos cuenta Lucas 1, 26-38.

Para María fue suficiente. Ella, que amaba plenamente a Dios, simplemente acogió su voluntad como sierva, como una esclava, no en el sentido de la falta de libertad, sino de la obediencia absoluta. Y así fue hasta el fin de sus días, con todo el dolor que hirió su corazón cuando le torturaron y mataron a su Hijo, sin olvidar jamás las palabras de Gabriel: "Él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos de los siglos y su reinado no tendrá fin”. Así, confiando, pudo pasar ese amargo momento y contemplar a su Jesús, resucitado y glorioso, elevado a los cielos como Rey de la Humanidad y de la Creación

¿Crees tú que para Dios no hay nada imposible? Como ser humano, con raciocinio y fe, con fe y raciocinio... yo creo firmemente que para Dios no hay nada imposible, pero también creo que Dios nos ha dado la capacidad de razonar y tomar decisiones; de evaluar las circunstancias y las posibilidades, de sopesar el error y de cambiar el rumbo cuando es evidente que nos hemos equivocado. Por otra parte, Dios hace posible lo imposible cuando eso forma parte de su plan de amor. Porque Él mismo estableció las leyes de la Naturaleza, Él nos creó libres y con inteligencia, y no tendría sentido que Él mismo, caprichosamente, eche por tierra su obra cada vez que uno le pide algo.

¿Podía Dios evitar a María el sufrimiento de ver a su Hijo maltratado y asesinado cruelmente en una cruz? ¡Claro que podía! Y de paso se evitaba a Él mismo ese dolor. Pero había un plan superior, que ya había sido establecido en el seno de la Trinidad, para la Salvación de sus amadas creaturas. Y fortaleció a su Hija Predilecta para recibir luego la recompensa infinita de ver a su Jesús vivo y triunfante y, después, ser ella misma partícipe de esa Gloria como Reina del Cielo y de los Ángeles.

Para Dios no hay imposibles, pero hay que dejar que Dios sea Dios. Él podría evitar que nuestros seres queridos o nosotros mismos muramos por una grave enfermedad o por ancianidad, o por un accidente, pero nuestra oración debe ser siempre la que Jesús nos enseñó: que se haga tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo.

Para Dios no hay imposibles. Por eso hizo posible que tú y yo, creaturas suyas, hechos de polvo y agua, seamos capaces de utilizar nuestra inteligencia y talentos para construir un mundo mejor, una mejor sociedad, una mejor familia. En fin, para construir su Reino.

Pidamos a Dios con la obediencia de María, sin perder nunca la Fe en que su Plan para nosotros, es el Amor y la Vida Eterna. Roguemos por ser siempre dóciles a su Voluntad y que Jesús nazca en nuestros corazones cada día, para compartir con todos los que nos rodean la Fe, la Esperanza y el Amor. 

Amén.