Mc
6, 7-13.
Sabemos
que Jesús es Dios, el Hijo del Padre Creador, la Segunda Persona de esa familia
trinitaria que es Nuestro Dios.
En
el plan amoroso del Padre, nosotros, sus criaturas, debíamos continuar su obra.
Reproduciéndonos, administrando las riquezas que Él nos ha dado en la Creación.
Al venir a nosotros para salvarnos, el Hijo mantiene la misma actitud del
Padre.
Sí,
Él dio su vida por todos los hombres y mujeres; Él nos consiguió la Salvación.
Sin embargo, esa buena noticia que nos convierte a todos en hijos adoptivos de
nuestro creador, no nos llega mágicamente, no viaja en el aire para alcanzar a
toda la humanidad. Jesús escogió a 12 hombres para que estuvieran con Él y
aprendieran a vivir EN Él. A esos 12 los envió por el mundo a predicar. Y esos
12 eligieron a otros tantos, y así, sucesivamente, hasta nuestros días. El
Señor sigue llamando hombres y mujeres a llevar la buena nueva de la Salvación
a los confines de la tierra y a los recónditos rincones del corazón humano.
Sacerdotes
y religiosas, laicos comprometidos, profesionales, artistas, campesinos,
matrimonios, familias enteras… Jesús sigue invitándonos a seguirle, a vivir con
Él y en Él, para enviarnos a expulsar los demonios de la tristeza, la
desesperanza, la violencia, la falta de fe; a sanar los corazones heridos por
la decepción, por su propia debilidad o por los errores de quienes debieron
amarlos y no supieron hacerlo.
Yo
te doy gracias, Señor Jesús, porque un día nos llamaste también a nosotros, a
los que un día dijimos sí y nos comprometimos a compartir lo que nos dice tu
Palabra con quien nos quiera escuchar. Gracias, porque tú has hecho que estas
reflexiones, especialmente las de nuestro inolvidable amigo y hermano Rogelio,
llegaran más allá de las fronteras y de los mares. Pero, sobre todo, gracias
porque has llevado nuestro humilde esfuerzo al corazón de tantas personas
cuando más lo estaban necesitando.
Tú
conoces nuestros corazones y sabes de qué pata cojea cada uno. Que tu Espíritu
Santo nos mantenga siempre y cada vez más unidos a ti y también unidos entre
nosotros, para continuar realizando juntos nuestra misión.
Amén.